martes, 23 de octubre de 2012

Campus Stellae

Suele decirse que como en casa en ningún sitio.
Aunque a veces me pregunto: ¿Cual es mi hogar?
No me malinterpretéis, pero creo que mi hogar está en las calles de esta ciudad.
Tiene algo...
Increíble que me atrapa.
Algo que hace que pueda pasar horas caminando.
Gozando de la belleza de esta ciudad.
Oscureciendo con cada anochecer y volviendo a despertar con cada nuevo amanecer.

Después de todo, es una ciudad más, pensareis.
Es más que eso.

Cada rincón, esquina o callejuela cuenta una historia.
Otoños que cubren las aceras con las hojas de los árboles.
Mariposas que vuelan entre la gente.
Personas que un día conoces por casualidad y se quedan para siempre.
Oraciones que los caminantes lanzan al terminar su camino.
Siento esta ciudad como algo nuestro, algo que debemos cuidar, respetar y amar.
Tal vez penséis que estoy loco pero, ¿ sabéis qué?
Ella es la que me recoge cuando caigo.
La que me acoge cuando me siento solo, la que recoge mis lágrimas cuando lloro.
Agradecido estoy de haber nacido en una ciudad como esta, pues ella nunca me abandona.


miércoles, 10 de octubre de 2012

Es algo impredecible

- ¿Lo oyes?
- ¿Lo que?
- Escucha...
- Si, lo oigo, pero no sé lo que es.
- Si así lo deseas, te lo puedo mostrar.
- Si, quiero verlo.

De allí a unos segundos el chico se hundió la mano en el pecho y se arranco el corazón al mismo tiempo que sus arterias se separaban de su cuerpo cayó de rodillas delante de la chica y le dijo:

- Lo ves, puedes oírlo, esto es tuyo, siempre lo ha sido y siempre lo será hasta el final de los días.

A la chica, estupefacta, le fallaron las rodillas y cayó tendida frente al chico y así pasaron los segundos mirándose el uno al otro y con el corazón latiendo sobre las manos entrelazadas de ambos. Entonces el chico cogió el corazón y se lo ofreció a la chica.

- Tómalo, es tuyo igual que todo mi amor que reside dentro del mismo.
- ¿Pero y si algún día deja de latir?
- Mientras lo lleves dentro de ti no dejara de hacerlo, porque lo que ahora tienes entre tus manos late por ti.

La chica se acercó al chico y lo besó, cuando sus labios se despegaron una sonrisa iluminó su rostro al mismo tiempo que un leve cosquilleo le recorría el estomago y sentía como todo su cuerpo temblaba, le miro a los ojos y le confesó lo que su corazón le susurraba desde hacia tiempo pero nunca desvelo por vergüenza o miedo.

Entonces en aquel pequeño andén vació comenzó a sonar, al compás de una canción, los latidos de ambos corazones resonando al unísono en las callejuelas de la ciudad mientras la lluvia comenzaba a acariciar sus labios.