miércoles, 10 de octubre de 2012

Es algo impredecible

- ¿Lo oyes?
- ¿Lo que?
- Escucha...
- Si, lo oigo, pero no sé lo que es.
- Si así lo deseas, te lo puedo mostrar.
- Si, quiero verlo.

De allí a unos segundos el chico se hundió la mano en el pecho y se arranco el corazón al mismo tiempo que sus arterias se separaban de su cuerpo cayó de rodillas delante de la chica y le dijo:

- Lo ves, puedes oírlo, esto es tuyo, siempre lo ha sido y siempre lo será hasta el final de los días.

A la chica, estupefacta, le fallaron las rodillas y cayó tendida frente al chico y así pasaron los segundos mirándose el uno al otro y con el corazón latiendo sobre las manos entrelazadas de ambos. Entonces el chico cogió el corazón y se lo ofreció a la chica.

- Tómalo, es tuyo igual que todo mi amor que reside dentro del mismo.
- ¿Pero y si algún día deja de latir?
- Mientras lo lleves dentro de ti no dejara de hacerlo, porque lo que ahora tienes entre tus manos late por ti.

La chica se acercó al chico y lo besó, cuando sus labios se despegaron una sonrisa iluminó su rostro al mismo tiempo que un leve cosquilleo le recorría el estomago y sentía como todo su cuerpo temblaba, le miro a los ojos y le confesó lo que su corazón le susurraba desde hacia tiempo pero nunca desvelo por vergüenza o miedo.

Entonces en aquel pequeño andén vació comenzó a sonar, al compás de una canción, los latidos de ambos corazones resonando al unísono en las callejuelas de la ciudad mientras la lluvia comenzaba a acariciar sus labios.

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